La Cuestión de los Partidos Políticos Criollos y el Gobierno de Estados Unidos.
El triunfo electoral de la Coalición Puertorriqueña en 1932, dejó al Partido Liberal Puertorriqueño y al independentismo electoral maltrecho y no estimularon el crecimiento de las posturas anti-electorales. Las elites en el poder estaban dispuestas a presionar en el Congreso a favor de la estadidad por medio de su comisionado residente Santiago Iglesias Pantín como de hecho lo hicieron desde 1933. Pero también quedó claro que, en tiempos de crisis, el electorado puertorriqueño prefiere las garantías de una relación estrecha con Estados Unidos que la separación.
Las políticas de la Coalición se establecieron sobre la premisa de la defensa del Mercado Libre y la confianza idealista en su capacidad autorreguladora propia del republicanismo de derecha. Pero una vez iniciada la política del “Nuevo Trato” de Franklyn D. Roosevelt la situación no les fue favorable. Roosevelt resaltó la necesidad de la intervención reguladora del Estado sobre el Mercado Libre, siguiendo el modelo del economista inglés John M. Keynes. De ese modo, Washington tomó distancia de la Coalición y comenzaría a gobernar en Puerto Rico con la oposición liberal y, desde 1938, con los populistas en ascenso.
La situación era interesante: mientras el estado en Puerto Rico afirmaba políticas propias de la derecha, Washington, reconociendo las virtudes de la intervención estatal en la economía manifiestas en la economía soviética, giraba hacia la izquierda. Las acusaciones de comunismo a la administración Roosevelt fueron comunes. La integración de la vida puertorriqueña a la americana no era tanta como aparentaba.
Entre 1933 y 1938 la política local fue controlada por una Coalición Puertorriqueña del y el Socialista, cuya praxis reflejaba las ideas más tradicionales del republicanismo estadounidense, mientras en Washington lo demócratas cuestionaban los valores de aquel republicanismo con políticas originales y radicales. Los parecidos entre aquel momento y el presente que antepone el dueto Obama-Fortuño, son muchas.
Los efectos sobre la vida política puertorriqueña fueron enormes. Puerto Rico entró en un proceso por medio del cual se afianzaron sus lazos de dependencia con los Estados Unidos. Desde 1933 la Puerto Rico Emergency Relief Administration(P.R.E.R.A.), financió proyectos comunales y facilitó subsidios alimentarios a la población hasta el punto de que, en 1934, el 35% de la población dependía de ello. Los tiempos del “mantengo”, como se le conoció entonces, iniciaban. El control de los fondos federales se convirtió en un nuevo motivo de lucha entre los políticos del patio, terreno en el que la Coalición, por su vinculación con los intereses azucareros, no se veía favorecida.
La Puerto Rico Reconstruction Administration (P.R.R.A.), creada en 1934, inició un proceso de inversiones infraestructurales que estimularían la modernización material soñada pero que, a la larga, generarían nuevas contradicciones a los pensadores del treinta que se cuestionaron los efectos que esos cambios produciría en el espíritu puertorriqueño. Las inversiones en plantas hidroeléctricas, en la electrificación y las comunicaciones en el mundo rural, alteraron la imagen del campo puertorriqueño.
En 1934, la Puerto Rico Policy Commission (P.R.P.C.) formuló lo que se conocería como el Plan Carlos Chardón, uno de los documentos más relevantes del siglo. En el mismo se señalaba al latifundio, el monocultivo y el ausentismo de las compañías azucareras como los tres grandes problemas de la economía puertorriqueña y se proponía un programa de industrialización para garantizar el futuro del país. El reclamo en favor del fortalecimiento de la clase se los pequeños terratenientes criollos –el jíbaro y el colono azucarero- era patente en el discurso de Chardón. Se trata de uno de los temas dominantes en el pensamiento social de la Generación de 1930.
El cuadro del fracaso del proyecto americano en el país estaba completo. Es curioso que los mayores opositores de la transferencia de fondos federales para el “mantengo” en el país, fueran los republicanos anexionistas y los nacionalistas. Los primeros porque interpretaban en ello una amenaza al mercado libre y al capitalismo, y los segundos por el argumento moral de que la práctica estimulaba la dependencia de Estados Unidos. Ninguno de los dos extremos se puso en la posición de la gente común que vivía la escasez y la necesidad. El crecimiento del populismo en aquel contexto era de esperarse.
http://historiapr.wordpress.com/2009/04/09/la-gran-depresion-de-1929-la-politica-el-%E2%80%9Cmantengo%E2%80%9D-y-la-gente/
Hacia el año 1929, Puerto Rico dependía de las decisiones del Congreso. Del mismo modo, la economía insular se comportaba al ritmo de la continental. En ese sentido, la integración de la vida puertorriqueña a la americana era un hecho. Por eso la Gran Depresión afectó de inmediato la vida diaria local.
La reacción política de los puertorriqueños y su liderato ante la crisis de 1929, fue inmediata pero contradictoria. En términos políticos, dominó la voluntad revisionista y un sector del independentismo se radicalizó, como ya había ocurrido en la coyunturas políticas del 1912 y el 1913. La tendencia en 1929 fue distinta: un segmento del independentismo se militarizó y tomó la decisión de plantear un reto y generar una crisis al sistema colonial americano. Esa fue la postura de la dirección del Partido Nacionalista de Puerto Rico tras la asamblea de 1930 y el ascenso de Pedro Albizu Campos.
Las políticas de la Coalición se establecieron sobre la premisa de la defensa del Mercado Libre y la confianza idealista en su capacidad autorreguladora propia del republicanismo de derecha. Pero una vez iniciada la política del “Nuevo Trato” de Franklyn D. Roosevelt la situación no les fue favorable. Roosevelt resaltó la necesidad de la intervención reguladora del Estado sobre el Mercado Libre, siguiendo el modelo del economista inglés John M. Keynes. De ese modo, Washington tomó distancia de la Coalición y comenzaría a gobernar en Puerto Rico con la oposición liberal y, desde 1938, con los populistas en ascenso.
La situación era interesante: mientras el estado en Puerto Rico afirmaba políticas propias de la derecha, Washington, reconociendo las virtudes de la intervención estatal en la economía manifiestas en la economía soviética, giraba hacia la izquierda. Las acusaciones de comunismo a la administración Roosevelt fueron comunes. La integración de la vida puertorriqueña a la americana no era tanta como aparentaba.
Entre 1933 y 1938 la política local fue controlada por una Coalición Puertorriqueña del y el Socialista, cuya praxis reflejaba las ideas más tradicionales del republicanismo estadounidense, mientras en Washington lo demócratas cuestionaban los valores de aquel republicanismo con políticas originales y radicales. Los parecidos entre aquel momento y el presente que antepone el dueto Obama-Fortuño, son muchas.
Los efectos sobre la vida política puertorriqueña fueron enormes. Puerto Rico entró en un proceso por medio del cual se afianzaron sus lazos de dependencia con los Estados Unidos. Desde 1933 la Puerto Rico Emergency Relief Administration(P.R.E.R.A.), financió proyectos comunales y facilitó subsidios alimentarios a la población hasta el punto de que, en 1934, el 35% de la población dependía de ello. Los tiempos del “mantengo”, como se le conoció entonces, iniciaban. El control de los fondos federales se convirtió en un nuevo motivo de lucha entre los políticos del patio, terreno en el que la Coalición, por su vinculación con los intereses azucareros, no se veía favorecida.
La Puerto Rico Reconstruction Administration (P.R.R.A.), creada en 1934, inició un proceso de inversiones infraestructurales que estimularían la modernización material soñada pero que, a la larga, generarían nuevas contradicciones a los pensadores del treinta que se cuestionaron los efectos que esos cambios produciría en el espíritu puertorriqueño. Las inversiones en plantas hidroeléctricas, en la electrificación y las comunicaciones en el mundo rural, alteraron la imagen del campo puertorriqueño.
En 1934, la Puerto Rico Policy Commission (P.R.P.C.) formuló lo que se conocería como el Plan Carlos Chardón, uno de los documentos más relevantes del siglo. En el mismo se señalaba al latifundio, el monocultivo y el ausentismo de las compañías azucareras como los tres grandes problemas de la economía puertorriqueña y se proponía un programa de industrialización para garantizar el futuro del país. El reclamo en favor del fortalecimiento de la clase se los pequeños terratenientes criollos –el jíbaro y el colono azucarero- era patente en el discurso de Chardón. Se trata de uno de los temas dominantes en el pensamiento social de la Generación de 1930.
El cuadro del fracaso del proyecto americano en el país estaba completo. Es curioso que los mayores opositores de la transferencia de fondos federales para el “mantengo” en el país, fueran los republicanos anexionistas y los nacionalistas. Los primeros porque interpretaban en ello una amenaza al mercado libre y al capitalismo, y los segundos por el argumento moral de que la práctica estimulaba la dependencia de Estados Unidos. Ninguno de los dos extremos se puso en la posición de la gente común que vivía la escasez y la necesidad. El crecimiento del populismo en aquel contexto era de esperarse.
http://historiapr.wordpress.com/2009/04/09/la-gran-depresion-de-1929-la-politica-el-%E2%80%9Cmantengo%E2%80%9D-y-la-gente/
- Mario R. Cancel
- Historiador y escritor